Dos almas que estaban destinadas a encontrarse en el camino para nunca más separarse. Como el mar y el viento, como la ola que siempre regresa a la orilla, su amor era inevitable.
Ella, la sirena de mirada profunda y risa libre, él, el tiburón de espíritu indomable y corazón leal. Juntos tejieron una historia de amor que se volvió un faro en la tormenta, un refugio en los días tranquilos.
Y así, bajo el inmenso azul del cielo, con el sol como testigo y la luna como cómplice, unieron sus vidas rodeados de los suyos. Los de siempre, los que van hasta el final. Brindaron con risas, con lágrimas, con promesas que solo el corazón entiende.
Porque el amor verdadero no conoce de barreras, no teme al tiempo, no duda cuando encuentra su hogar. Y hoy, Ana y David celebran no solo su unión, sino la certeza de que en este viaje, nadarán juntos hasta el último horizonte.